y
un fantasma recorre Europa y la casa.
El
living, el baño, la galería;
el
sótano, las piezas, la terraza.
Los
muertos de ayer
son
la sal del recuerdo
y
hay guirnaldas colgando
desde
la última era de paz.
El
viento que ahora se levanta
lleva
latidos, tamborileos, repiques
de
la marcha enérgica y voraz
contra
el imperio del abandono
y
las despedidas.
Hay
que sembrar de álamos
el
desierto;
comprar
belleza y felicidad en cuotas fijas;
pagar
las hipotecas vencidas
¡y
nunca seremos familias rotas!
Lisandro