Quise
escribir el mejor poema
pero
las nubes son mantos falsos
sobre
La Perla.
Más
allá de mañana,
los
álamos devuelven todo
lo
que pedíamos desde lejos,
y
entonces no importa la nieve
aunque
la devoremos,
de
nada sirve aunque la asfixiemos,
ni
funciona el retruécano del progreso minero.
La
fauna autóctona haciendo simbiosis
con
la escarcha matinal de las acequias
y
en el Instituto de Estudios Superiores
algunos
pretenden aprender por ósmosis.
Nunca
fuimos héroes ni buscamos la gloria
estábamos
maculados como ejércitos amanecidos,
siempre
en el alba poseídos
que
así lo dicta la mejor canción de esta tierra rabiosa,
nacida
en la era intergaláctica del ácido.
Mis
hermanos deambulan por el río
mastican
las raíces y dan
al
sol el cuerpo etílico como una vasija de aguardiente
eau de vie de Colpes,
de
los pueblos.
Entre
la nieve —que aún no cayó este año—
y
la cerveza, pienso,
que
nunca tuvimos “nuestro cuarto”;
fue
el tuyo, fue el mío,
nunca
el nuestro.
Y
eso es un milagro, o sólo un detalle
de
los pequeños.
Pero
en las guirnaldas que
alguien
colgó de los algarrobos,
de
una a otra orilla del río,
—en
La Cañada— están reverberando
las
ocho letras de tu nombre
como
un fantasma.
La
influencia posmoderna, postmortem, nos llena
el
cuore de telarañas, de lagañas
y
no está mi abuela italiana para
cocinarnos
Lasagna
El
amor es un truco de magia!
El
amor es una piedra
fría
e indistinta
como
una tiza en el aula,
que
se hace polvo,
se
mezcla al aire,
se
respira.
Lo
duro es estar alerta,
vindicar
los caminos vírgenes
de
Malli y Huaco,
y
la paranoia del tribunal
que
examina cuando
lo
duro es no dormir de noche
como
mi gata, como la tuya;
como
la víctima: nuestra oveja negra;
como
eso que con la luna caza:
nuestra
jauría.
Lisandro