martes, 8 de noviembre de 2011

DEBBIE



Esta canción empieza a moverse en sus primeros acordes como haría la chica de tus sueños que ahora pasa bajo la lluvia, y va yendo, ahora temprano, al trabajo que odia, pero que no se atreve a dejar.
      Hay música para cada escena, para cada lluvia.
      Cruza a la tarde la plaza que las luces municipales empiezan a iluminar.
    Espera el colectivo que nunca llega a tiempo. Se mancha con barro el vestido y piensa en  un libro que prestó y que nunca le devolvieron.
    Hay que armar un inventario de objetos prestados; hay que reinventarse todo el tiempo, piensa.
      Pero también hay música sin alma que jamás podría hacerle pensar en el barco que trajo a su abuelo, ni en el primer disco que compró, ni en una mañana de lluvia a mansalva, diluviana.
      Viaja de vuelta sola. Camina a su casa, prende un cigarrillo. Mañana franco de esos que no duran nada.
     
Estas canciones tienen vida. Tienen músculos, órganos, sangre y color. Se escriben solas. Canciones que se reproducen como plaga.
      Pero también hay música sin alma. 


Lisandro