Anclados
en la psicodelia
de
un disco de mil nueve 67,
le
digo:
“Aguantá
el ruido y los gritos
que
ya viene lo dulce…”
Ella
baila porque está hecha de música
y
tiene dentro
un
mecanismo perfecto para la danza,
una
bailarina
montada
en su cajita musical,
en
su vertiente de luna,
en
su envoltorio de sangre y piel,
en
su alarido de
mariposa.
Fuimos al cine. El cisne negro. Cada tanto giro y te miro iluminada por la pantalla a mi lado. Hay partes que te impresionan. En esos momentos te estremecés, me apretás fuerte la mano y cerrás los ojos para no ver. Pienso en que me encantaría verte bailar, cantar, actuar...
Dando vueltas, dando vueltas, dando vueltas...
Lisandro