Te
compro un pañuelo a rayas. Rojo y negro.
No
lo usás. Lo devuelvo.
Dejé
de peinarme hace un siglo
y
escribí sobre la cerveza verde
del
monte.
Estoy
aprendiendo la métrica
de
tus piernas
cuando
caminás o bailás.
Estoy
poniendo a hervir
la
fruta madura, y colecciono
partes
tuyas.
Pelo,
uñas, baba.
Sangre,
piel,
sudor
y lágrimas.
Trabajo
tus partes como un orfebre.
¡Que
esta mañana se quiebren
todas
las botellas
y
que me ahoguen las ganas
de
preservarte!
Lisandro
Lisandro
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